Asistimos al espectáculo constante del mundo, vivimos en el y lo recreamos.  

Somos espectadores y actores, un híbrido entre los dos sin umbral por traspasar. Esperamos y entramos en acción, actuamos y descansamos, y sobre todo seguimos perfectamente nuestro papel, UN papel. 

Hemos aprendido la lección desde el principio: siempre buscamos el foco del momento, un pulpito luminoso donde recibir, asumir y emitir discursos.  Finalmente, a modo de recompensa, si somos lo suficientemente brillantes y fantasiosos, tendremos UNO nuestro, un discurso nuestro, con el cual luchar y buscar mas y mas luz mas y mas visibilidad -y con ella mas y mas mercado. 

No hay espacio para lo informe, lo indefinido, lo que no tiene identidad.

Algunos y algunas deseando destruir las identidades canónicas crean otras mas perversas 

y mientras tanto la separación entre la vida y su representación consagra la mentira con la cual sus  protagonista siguen haciendo mundo.